La adolescencia es una etapa sumamente compleja, pues enfrenta al ser humano a una serie de dificultades propias de esta etapa, tales como su desarrollo fisiológico, cambios hormonales, el paso de la niñez a la adultez, la consolidación en sus relaciones sociales tanto amigos como pareja, poder discernir una carrera en la que pueda verse trabajando en el futuro y, en fin, una serie de requerimientos extras. Por lo que se vuelve una etapa de mayor vulnerabilidad y fragilidad emocional, pues hay una serie de tareas y exigencias que debe atender y que muchas veces no es tan fácil.

El manejo emocional en esta etapa, va a estar sumamente influido por cómo se han ido manejando las dificultades a lo largo de su vida y de cómo ha visto que sus padres y/o familiares con los que vive lo han hecho. Por lo que hay que entender que las tareas a las que se tienen que enfrentar: el colegio en los últimos años, la sobrecarga de tareas asignadas en casa, las expectativas de los demás y las propias, hacen que, en algunos casos, la muerte se pueda percibir como una posibilidad de “escape” y de “salida” ante estas dificultades que se ven constantes y sin pronta resolución, llegando a percibirlas como un túnel sin salida.

Adicionalmente a los requerimientos, hay que notar que estamos hablando de personas que están en pleno desarrollo fisiológico, por lo que van tener conductas impulsivas, sus respuestas tenderán a ser poco reflexivas, y van a tener ciertas dificultades para diferenciar la fantasía de la realidad, además de ver las diversas situaciones como grandes, únicas y eternas.

Con todas esas características, en medio de situaciones de aislamiento, dificultades escolares o universitarias, peleas de enamorados, planes frustrados, etc. Es que las ideas de desmotivación, el desgano y hasta es posible que aparezca la tristeza, la desesperanza y las ganas de no vivir ante un malestar “así de grande”. Por ello es que el suicidio es la segunda o tercera causa de muerte en jóvenes entre 15 y 19 años, y existe un aumento de esta realidad desde los últimos 50 años.

Considerando que es importante estar atentos a lo que viven nuestros adolescentes, saber con quienes conversan, que cosas leen, etc., se plantea como crucial un diálogo fluido y constante con ellos, buscar tener actividades para conocer sus formas de relacionarse y lo que piensan y sienten respecto a situaciones difíciles o circunstancias que atemorizan o se vislumbran como inciertas.

Ayudar a que los adolescentes puedan tolerar la incertidumbre, las dificultades académicas y las dificultades en las relaciones, no sólo es un reto de los psicólogos, sino de toda la familia que tiene a un adolescente en casa. Comprender que es un momento difícil para ellos y que a veces genera mucha sobrecarga, es clave, por ello a conversar con nuestros adolescentes y negociar con ellos para llegar a acuerdos.

Ma. Cecilia Solano Carranza
986 055 305
Psicologiadelima.com

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