Durante toda la vida, el ser humano es vulnerable, y ello lo hace muy propenso a enfermar. Es inevitable, vamos a enfermar siempre, no es posible no hacerlo. La mayoría de veces, la enfermedad será parte de la vida de todos, generalmente serán enfermedades menores como varicela, sarampión hepatitis, o inflamaciones como conjuntivitis, otitis, etc. Y todos, en determinado momento, tendremos contacto con la enfermedad. Por tanto, es importante saber que enfermar es parte de estar vivos.

Es natural sentir temor por adquirir enfermedades, pues ello nos remite a nuestra corporalidad y, generalmente el cuerpo es un campo desconocido e incierto, que genera un sinfín de pensamientos: “que tan grave será mi enfermedad”, “cómo quedaré después de enfermar”, “podré pagar todo mientras esté enfermo”, “podrán curarme”, etc. Y casi nunca en épocas regulares, estamos preguntándonos respecto a esta posibilidad de enfermar, o mejor aún, casi nunca pensamos todas las enfermedades que hemos pasado y de las cuales nos hemos recuperado. Por lo que vale la pena tener en cuenta que podríamos también recuperarnos de nuevas enfermedades, y para ello hay que tomar en cuenta los conocimientos científicos y saber que puedo y no hacer para prevenirlas.

El cuerpo muchas veces se visualiza como “aquel”, que nos imposibilita o limita hacer lo que nuestra mente cree que puede. Rosa Montero, en la novela del 2013, La ridícula idea de no volver a verte, cuenta la vida de Marie Curie y menciona como para ella los tatuajes representan un “vencer por una vez al gran enemigo, humillar a… ese cuerpo que no hemos escogido y con el que tenemos que pechar toda la vida, el cuerpo que nos enferma y que acaba por matarnos…” haciendo alusión a la enfermedad que padeció durante toda su vida Curie por la radiación que sufrió en su descubrimiento y trabajo con el Rodio.

Recordemos que cuando sucedió la peste negra en Italia, la gente comenzó a pensar que era un castigo divino y decidieron flagelarse 33 veces en la espalda cada 8 horas. Y muchos feligreses caminaban por las calles expiando la culpa, con lo cual murieron muchas más personas de las que podrían haber muerto si estos flagelantes no hubieran caminado por todos los caminos que fueron. Por ello, es importante tener claridad respecto a qué hacer y que no, según lo van descubriendo los científicos.

En estos momentos, nos encontramos frente a una amenaza mundial, el virus del Covi-19 y frente a él es natural que sintamos cierto temor, y que surjan ideas tales como “me puedo contagiar”, “pueden ser contagiados mis familiares”. Estas ideas podrían generarnos otra serie de pensamientos poco lógicos y poco funcionales para sobrellevar la situación y podríamos llegar a no cumplir las normas planteadas como hacer reuniones, salir a la calle sin necesidad, consumir noticias todo el día, etc. Ello nos llenara de emociones negativas, generándonos una serie de emociones, como por ejemplo un miedo infinito que nos puede paralizar y no nos dejara pensar con la claridad emocional para responder a realizar lo que nos toca.

Por otro lado, las mismas ideas de tener esta enfermedad, puede llevarnos a tener conductas que nos permitan cuidarnos y cuidar a los nuestros, como cumplir las indicaciones de aislamiento social, lavarse las manos con cierta frecuencia y al menos durante 20 segundo, realizar actividades creativas con las personas con las que convivimos, conversar al respecto del confinamiento, crear horarios, establecer rutinas diarias, y sacar nuestras reservas de creatividad frente a los sucesos. Lo que nos permitirá, tener un manejo emocional más acorde con la situación que nos toque vivir, sea de contagio o no.

 

Cecilia Solano y Adela Jara

Instituto de Psicología de Lima (IPL)

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