La adolescencia es una de las etapas más complejas en el desarrollo del ser humano, todo lo que el niña/o tenía más o menos constituido comienza a moverse dentro de ella/él, empezando por el aspecto físico, pues en este momento se dan los cambios corporales claves para la constitución del adulto. Generalmente estos cambios tienen que ver con un crecimiento acelerado en el peso y la talla, además del desarrollo de los caracteres sexuales, como el crecimiento del vello púbico, desarrollo mamario y la llegada de la menstruación en las mujeres, y el desarrollo de testículos y pene en los hombres lo cual resulta en una necesidad de reconocimiento y adaptación a ese nuevo cuerpo en el individuo.

Este camino, de cambios corporales, deviene en una serie de cambios psicológicos respecto a cómo ellos se concebían y cómo se ven en la actualidad. Surge entonces todo un proceso de acomodación hacia esta nueva imagen de sí. Adicionalmente, el entorno social también genera un cambio en su idea de autonomía e independencia respecto a sus familiares, y el grupo de amigos y la sociedad en general empiezan a tener más relevancia.

La preocupación por la apariencia tiene que ver con cómo la persona se percibe, y ello se relaciona con la imagen corporal. Por los cambios que suceden en esta etapa, es que la apariencia cobra mucha importancia, pues si tenemos en cuenta que el adolescente puede sentirse conforme con su imagen corporal, “la figura mental que nos hacemos del tamaño y forma de nuestro cuerpo, y los sentimientos relacionados con él”, entonces habrá un reconocimiento, identificación y formación de quién es para sí mismo y para los demás.
El mayor porcentaje de adolescente sufre algún tipo de cuestionamiento respecto a su imagen corporal, pero luego de la etapa en que este movimiento se asienta, logran tener una imagen saludable para sí mismos, es decir, la aceptan. Si bien es cierto muchas encuestas entre adolescentes, sobre todo entre las chicas, muestran que se encuentran a disgusto con partes de su cuerpo (especialmente muslos, caderas, nalgas y abdomen); no todas desarrollan una enfermedad respecto a cómo se perciben.

Un pequeño porcentaje de adolescentes, se queda con la idea que facilitan los medios publicitarios y la sociedad en algunos sectores, en el que se transmite la idea respecto a que el cuerpo se puede moldear según sea el deseo, a través de las dietas, cremas reductoras, cirugías estéticas, ejercicios indiscriminados, etc. Así, los adolescentes se quedan con la idea de una búsqueda infinita e imposible de la imagen ideal que nunca llegará. Y no se dan cuenta que muchos de los cuerpos y rostros perfectos que se muestran en los anuncios o publicidad en general, están moldeados por la tecnología que se usa como todos los programas que existen para cambiar colores, dimensiones y formas que no se desean.

La mayoría de las veces, es natural la insatisfacción con algunas partes de nuestro cuerpo. Lo poco saludable y que podría convertirse en una enfermedad es la exigencia de querer lograr el cuerpo idealizado y las formas de hacerlo. Es saludable querer disimular ciertas partes que no nos agradan de nuestro cuerpo a través de distintos medios (como la vestimenta, el maquillaje); pero hay que tener cuidado con que el desagrado llegue a tal extremo que no nos permita sentirnos tranquilos y que la sensación de angustia inunde la mayoría de momentos del día, llevándonos a hacer cosas exageradas para lograr el cuerpo deseado (Ejemplo: hacer ejercicios indiscriminadamente y de forma angustiante, plantear algún tipo de intervención quirúrgica innecesaria, buscar medios para eliminar los alimentos ingeridos, etc.).

Cuando la imagen corporal esta en cuestionamiento constante por el adolescente, las investigaciones y el trabajo clínico demuestran que estamos frente a una idea poco valorada de sí mismos, que se manifiesta en una necesidad de verse de “alguna manera” para sentirse tranquila/o. Mientras esto no suceda, van a ser más proclives a sentirse ansiosos, preocupados, tristes y tendrán relaciones familiares difíciles.

Por ello, la familia cumple un rol fundamental en ayudar a que la/el adolescente se sienta segura/o frente a cómo se ve. Para ello, algunas pautas podrían ser: evitar llamarlos por apodos, decirles que sí hay cosas que se pueden hacer para sentirse mejor con su imagen, pero que existen límites; ordenar las rutinas de la alimentación; plantear posibles deportes que les permitan sentirse parte de un equipo, ayudarlos a que encuentren un deporte que los satisfaga y a la vez les permita ir en el camino del cuidado del cuerpo.

Cuando los adolescentes no encuentran apoyo en sus padres, es posible que busquen ese apoyo en el grupo de amigos y/o pares que están disponibles en sus relaciones interpersonales. Por ello, es fundamental que en esta etapa, los padres puedan ser flexibles y tolerantes frente a las situaciones que traen sus hijos, y que representan una nueva forma de relación.

Los amigos/as que se encuentran en la misma situación de cambio, pueden no tener las herramientas para apoyarlos con sus inseguridades, pues muchas veces tienen las mismas dificultades y no obtienen el refuerzo que necesitan respecto a quienes son. Por lo tanto, pueden llegar a inducirlos en una serie de dificultades que conlleve a mayores dificultades.

Ma. Cecilia Solano Carranza
Psicóloga – Psicoterapeuta
Instituto de Psicología de Lima (IPL)
447-3793 /informes@psicologiadelima.com

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