¿De qué se trata el amor?, es una pregunta clave antes de seguir pensando en todo lo que el amor implica. Todos los seres humanos queremos experimentarlo, todos queremos no sólo amar, sino sentirnos amados y queridos por personas cercanas. A algunos les resulta fácil sentirse queridos, pero para otros les es difícil sentirse así, lo buscan desesperadamente y describen que cuando finalmente lo encuentran, no es permanente y fácilmente se convierte en algo opuesto al amor, se vuelve difícil, trágico y genera mucho sufrimiento, por lo que se podría decir que lo que obtienen es des-amor. Por lo tanto, el amor es un estado de bienestar que incluye no solo un estado fisiológico, sino que incluye el compartir valores, costumbres y una visión de futuro compartido, en el que la propuesta de estar juntos se dirige hacia la construcción de los que se sienten así. Por ello, cuando se ha experimentado algo así y se pierde, se experimenta mucha tristeza.

Primero hay que entender lo que genera químicamente nuestro cerebro cuando sentimos amor. Cuando nos sentimos atraídos por alguien, en nuestro cerebro se generan muchas sustancias, entre ellas está la dopamina (neurotransmisor que nos genera disfrute y placer), la serotonina (nos genera felicidad) y oxitócica (que nos ayuda a sentir seguridad y nos permite tener relaciones permanentes). Por ello, cuando nos enamoramos nos sentimos excitados, con mucha energía y con la percepción de que todo en la vida esta bien. Con todos estos neurotransmisores, el cerebro de un enamorado esta lleno de feniletilamina, una sustancia de la familia de las anfetaminas. Por lo que la conducta del enamorado es tan particular, y la dificultad viene cuando las relaciones terminan, pues muchas veces las personas quedan en estados de ánimos difíciles para continuar con su vida diaria, pues lo que se experimentan son los efectos secundarios del deficit de estas sustancias. Los especialistas dicen que la producción de estas sustancias dura entre 6 meses a 4 años.

Además de este movimiento químico en el cerebro, se desarrollan una serie de conductas que tienen que ver con compartir valores y costumbres. Es decir, ambos van conociendo sus formas de pensar y de ver la vida y, generalmente los que continuan, son parejas que comparten gustos, que piensan parecido respecto a la solidaridad, lealtad, fidelidad, deseo o no de convivencia, matrimonio e hijos. Además de compartir una vida sexual en la que ambos experimentan un estado de bienestar.

En la medida en que uno de los miembros de la pareja evidencie que tiene ideas diferentes respecto a costumbres, formas de ver la vida y conductas relacionadas al amor (aprecio, cuidado, promover el desarrollo personal/profesional) de su pareja, es cuando comienzan las dificultades. Y muchas veces las parejas continúan tratando de sentir lo que químicamente sintieron en algún momento. Sin embargo, la brecha respecto a las costumbres y formas de pensar se hacen más grandes y ello evidencia que no son pareja o que de seguir juntos, entrarán en un tipo de relación que no necesariamente sea de amor.

Por ello, hay que tener claro, que algunas personas en nombre del amor someten, abusan y tienen malos tratos físico y/o psicológicos, pero verbalizan que todo lo hacen porque “los quieren” o incluso porque “aman” a sus víctimas. Ello genera mucha confusión al momento de definir de que se trata el amor en personas que vivieron esto en casa con sus padres, en su infancia, es decir, observaron que asi “se querían” sus padres, o asi fueron tratados en la familia en la que crecieron. Ello comienza a construir ideas distorsionadas que les llaman amor, pero que están muy lejos de tratarse de amor.

Para los que tienen pareja y tienen una relación de meses, de años, de décadas y pocas veces se preguntan “¿Cómo quiero que sea mi relación de pareja?”. Habría que pensar que quizá esa pareja se encuentra en un estado de bienestar, o tienen pensamientos como: “esta relación no me agrada, pero prefiero tenerla que no tenerla”, “¿y si le cuento como me siento y no desea cambiar? … mejor acepto esta realidad”.

Por ello, te invitamos a revisar las ideas que pasan por tu mente sobre la relación de pareja. Si tu concepto de pareja, tanto lo que piensas, como lo que vives actualmente, ha sido influido por lo que viste u oíste en tu infancia. Esa información, imágenes, ideas y acciones que acompañaron tu pasado fueron reforzadas por lo que decían los adultos de tu grupo social (familia y amigos). Así mismo, cabe reflexionar por si hubo influencia de tu grupo etario, de la religión y hasta de las canciones de contenido romántico que escuchamos desde la adolescencia. Pues no muchas veces, todas estas influencias se relacionan con el amor, sino con el desamor.

Lo cierto es que, al día de hoy, habría que sacar en limpio si tu relación de pareja te reporta dosis de satisfacción, compartes valores y costumbres, y tienes una proyección a futuro o quizá “ninguna de las anteriores”.  Por lo que habría que pensar lo que deseas para tu vida y si puedes expresar a tu pareja los pensamientos, emociones y actitudes que tienes y quieres – o no – y ello te llevara a saber si estas en una relación de amor.


Cecilia Solano y Adela Jara.

Instituto de Psicología de Lima

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