Se entiende el amor como un sentimiento de afecto hacia un ser humano, un ser vivo o una cosa.

Además, es una de las emociones más poderosas que el ser humano es capaz de experimentar. Lo extraño, es que muchas veces no sabemos exactamente qué es o qué significa en realidad. Es aquí, donde surge la pregunta ¿por qué es tan difícil encontrar el amor? Por ello, es muy importante comprender que la palabra “amor” no es igual al “sentimiento de amor”.

Hoy en día, la palabra amor se utiliza para muchos propósitos. Por ejemplo, como expresión de afecto hacia otra persona cuando le decimos “te amo”, pero, también se usa para hablar del placer que sentimos hacia algo, “amo mi trabajo” refiriéndonos a que nos apasiona lo que hacemos.  Asimismo, el significado de ésta varía dependiendo del contexto en el que se emplee. Por ejemplo, puede ser utilizada como un adjetivo cuando decimos “mi abuela es un amor de persona” refiriéndonos a que es una persona de trato agradable, simpática. O cuando le decimos a nuestro hijo “te preparé la comida con mucho amor” haciendo alusión al esmero con el que se realiza una actividad.

Si bien existen múltiples usos para la palabra amor, vamos a centrarnos en el amor como valor.

El amor, es uno de los valores más importantes que conserva una persona, ya que es el motor que nos inspira a hacer las cosas bien. Es un sentimiento que nos lleva a actuar correctamente con los demás, especialmente con las personas que amamos. Este sentimiento de sentirnos amados, nos ayuda a vivir una vida más plena, feliz, tranquila y, por lo tanto, a sentirnos bien con nosotros mismos.

Para sentirnos bien con nosotros mismos, es muy importante que consigamos el amor propio. Es decir, la aceptación, el respeto y percepción que tengo sobre mi mismo, con características para mejorar. Todas las personas tienen el derecho de experimentar emociones inevitables como: tristeza, alegría, amor, miedo y cólera. Estas emociones pueden ser adecuadas frente a ciertas situaciones e inadecuadas frente a otras.

Veamos esto con un ejemplo: cuando los niños están expuestos a que los llamen con apodos como “chatito”, “gordito”, “flacucho”, haciendo alusión a nuestros rasgos físicos; y a veces “lento” o “menso” entre otros apodos peyorativos, que aluden a conductas que los adultos no esperan y no aprueban de sus hijos, surgen las siguientes preguntas: ¿cómo se sienten los niños al darse cuenta que a quienes ellos admiran y quieren (sus padres) piensan eso? Y ¿cómo resultará entrenar una mente con estas frases de sí mismo, durante una o dos décadas?.

Pues tal como lo imaginaron, estas frases crean un impacto en lo que este niño piense de sí mismo en su adolescencia y su adultez, generando dificultades al reconocer y validar sus propias actitudes y valores. Por eso, lograr saber quién es, valorarse y respetarse más allá de los comentarios de otras personas, aunque éstas sean cercanas, implica aceptarse y esta aceptación en sí, representa darse amor a sí mismo.

Por ello, te invitamos a reflexionar: ¿qué tanto estás trabajando en ACEPTARTE?, ¿en sentir amor hacia ti, cuidarte, respetarte?, ¿qué puede faltar para que te brindes momentos de alegría y tranquilidad?.

Si en tu infancia promovieron o no ese valor, ahora de joven ó adulto puedes decidir qué pensar de ti y cómo interpretar lo que los demás puedan seguir pensando de ti. La clave está en la auto-aceptación y en la decisión de cambiar aquellas expresiones emocionales y conductas que no te permiten lograr tus objetivos.

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