Generalmente empezamos el primero de enero sintiendo alegría y esperanza!!! ¿Por qué? Porque nuestra mente tiene muchas ideas, muchas expectativas, muchas metas, en resumen, empezamos con muchos planes para empezar a desarrollar desde este mes de enero.

El inicio del año ademas, nos trae la sensación, en la que parece que empezamos de cero. Ello hace que todo lo que sucedió el año pasado, pueda borrarse, y tengamos una oportunidad para que todo se reinicie y podamos llegar a lograr nuevas metas trazadas.

Para estar encaminados, es clave dedicarle tiempo a reconocer qué conductas no nos ayudaron a lograr los objetivos del año que terminó, y después de este reconocimiento, podremos decidir las conductas que no volveremos a repetir y cuáles pueden tener un mayor éxito.

Si el 2017 fue un buen año o no, vale la pena preguntarnos: “¿Qué es lo que aún no he intentado hacer para lograr mis objetivos?, ¿Cuándo quiero empezar a hacer algo al respecto?”, “¿Qué de lo sucedido no me hizo sentir bien? Entonces surge otra pregunta: ¿Cuál es el significado que le doy a mi estado emocional actual respecto a mis expectativas y metas?

Nuestras emociones pueden transitar de la alegría a la ansiedad cuando no tenemos respuestas a las preguntas, y cuando pensamos: “¿y si no logro este año tal objetivo?”.

Por tanto, esta etapa en la que el sol aparece, el verano puede ser la mejor oportunidad para recordar nuestras fortalezas y seguir mejorando frente a los retos que se nos vienen en el 2018.

Si tienes algún objetivo y no te has puesto en acción para lograrlo, si tienes pensamientos que te provocan alguna emoción que no te permite llegar a la acción, puedes revisar con nosotros lo que piensas, para ayudarte a resolverlo.

Recién empieza el año, aprovechemos este verano para regular nuestras emociones y tomar las mejores decisiones, ¡para lo que sigue!

Feliz verano!!!!!!

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